jueves, 24 de mayo de 2012

Ensayo: El triángulo vicioso.




Es tan risueño encontrar tanto magnetismo y odio en una sola forma geométrica.
Es tan ávido un imperioso sentimiento categórico que llamamos magnetismo.
Es un magnetismo tan destructivo cuando nos hemos olvidado que estamos hechos, no solamente de protones, neutrones, y electrones, sino de mucha más materia.
Yo puse mi materia como un plasma que viajaba cual axioma a la nada, a un vacío tan hueco que no pudo volver atrás cuando se dio cuenta de cuán profundo estaba ese hoyo negro.


Y ella fue la causa de que me precipitara.
No supe mirar atrás, y me dejé caer.
Ella regocijose con una lengua viperina mientras yo, con paseo vespertino, me encontraba como espectador de tan sombrío espectáculo.
Lúgubre me sentaba a presenciar tal tediosa y horrible escena. ¿Acaso disfrutaba? ¿La espera merecería tal vez la pena?
¿Tal vez un júbilo como un premio caído por soportar semejante hecatombe?
Un deseo imperioso de autodestrucción cuanto menos sino una alarma de llamada que pide compresión. Que pide ayuda.
¡Por el amor de algún Dios! ¿¡por qué no te pedí ayuda!?
Fragilísimo cual porcelana, y yo mismo propiciaba una devastadora rotura que se hacía imposible de solventar si yo conducía a mis sueños, deseos, a ese agujero negro vertiginoso.
Toda una vorágine de la que supe salir más o menos aireado.
Ahora todo se ha vuelto de color azul, con tonos negros, rojos, naranjas, verdes, amarillos y a veces blanco.
Un deseo categórico de blanco continuo que a veces hace peligrar la balanza de la estrepitosa estabilidad mental.
Y ahora, en medio de una recuperación que me solventa la mente, que cualquier salmo o rezo por un poco más de Ka hubiese sido válido para salvarme, me hallo encrespado por semejante gilipollez.
Tú me mentiste.
Y tú, tú jugaste como nadie conmigo, por eso te tiendo la mano como objeto que te proporcione una diáfana vista de lo mala persona que eres.
Y tú...tú no eres más que algo categórico por lo que quise asesinarme a mí mismo.
Pero me quedé satisfecho cuando supe que yo mismo sostenía la llave  para libertar a mi mente.



No hay comentarios:

Publicar un comentario