martes, 8 de mayo de 2012

Triunfo del vacío.


La mente abre su puerta al conocimiento, lo deja viajar por donde quiere conocer,
vaga y vaga   hasta olvidar la funcionalidad, la serenidad, la armonía que debe regir en su cuerpo. 
La mente ha abierto demasiadas puertas y hay tantísimas cuevas que explorar que se  hunde a lo más profundo olvidando el peligro que ello conlleva.
Demasiada verdad puede matar.
Demasiado control es imposible con un  estímulo tan ávido, un estímulo tan afanoso por conocer todo aquello que desconoce, y se aflige al ver el desconocimiento de todos los que conocen.
Si lo pudiera decir, odiaría todo aquello que se extiende a su alrededor, pero es consciente de que para salvarse necesita el amor de los demás para sacar toda la felicidad que hay en él.
Ha olvidado dónde ha quedado esa sonrisa que se despertaba siendo un niño con algo tan simple como era un dulce.
Un dulce que ahora le sabe amargo al recordar lo  afortunado que era.



Y ahora necesita un buen reconocimiento.
Toda una ovación por su creación.
Una alabanza que le diga cuán grande es.
Un elogio de un verdadero ser al que se le proyecte toda la importancia que realmente no merece.
Todo eso que él no ha querido tener por su propio rechazo.
Sus propios miedos construidos le dejaron alejarse de manera excesiva.
El miedo ha dejado de cumplir su funcionalidad. No hay nada que temer, y lo que más teme ahora, es el vacío fértil que hay en sí mismo.


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