lunes, 16 de abril de 2012

(In)comunicación

"He estado tan arriba, he estado tan abajo, por los cielos, tirado por los suelos. Estuve tan ciego, ni pude ver que tu paraíso no es para mí"




Dos sillas, una frente a otra, dos seres que se miran. Una relación implícita con tan sólo en la mirada.
Encerrado en cuatro paredes, sabe que todo lo que diga no lo oirá nadie más.
La otra persona escucha atentamente. No empatiza con el que reza, sólo sigue lentamente sus palabras para dar los mejores consejos de cuán mejor puede hacerlo.
Se sube a los cielos, se le comunica que ha de bajar. Vuela en un éxtasis de irrealidad, se acaba tirando al suelo.
Hay una luz en ese cielo, oculta tras su cabeza, de espalda a ellas, observa sus ojos, huele un buen aroma, sus sensaciones se cambian, pero sus sentimientos siguen siendo los mismos.
Se tapa los oídos, lo encierra todo dentro de un armario, bloquea los cajones.
Su habla son pequeños susurros que se escapan de prendas en cajones entreabiertos.
Ahora comprende la verdadera función de mueble que tiene en su hogar.
No se resigna a ello.Lo acepta, y será más llevadero.

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