viernes, 11 de mayo de 2012

Cuando conquistas la ansiedad.




Parece que cuando esa aparente enemiga viene, lo único que puedes hacer es dejarla estar, y preguntarte, ¿por qué sigue ahí? ¿Cómo voy a hacer las cosas bien? Si cada paso que doy, ella está junto a mí sin dejarme respirar. Me quedo casi sin aliente, quiero construir un refugio elástico para no sentirla nunca más. Quiero que se marche...Pero es imposible. Yo mismo soy el que le he abierto la puerta. Yo mismo soy quien la ha creado. Yo mismo soy el culpable de que ella siga ahí. Yo, sin querer profundizar en mi ser, no encuentro aún el origen de esta ansiedad tan molesta que me apesadumbra cada día. 
Todos los días buenos se vuelven en simples espejismos cuando ella vuelve a aparecer. Tengo miedo de que vuelva a aparecer, pero cada vez tengo menos miedo de saber quién soy. Creo que estoy entendiendo demasiadas cosas y entiendo que soy yo mismo el que ha encontrado la raíz de esta ansiedad. Yo mismo soy quien la está creando una y otra vez. Yo soy el culpable, sí, pero más culpable aún cuando he encontrado el origen y no lo he eliminado de raíz. 


Me encierro en mi cueva, en un refugio elástico que me evada de sentir esta ansiedad. Apenas encuentro remedios para eliminar cuando se encuentra presente. De lo que me voy percatando es que cada vez es menos fuerte, y ya soy simplemente un espectador que no se desespera cuando ella me araña, me hace daño. Ella misma soy yo. Yo soy ella. Ambos somos un lugar escondido, un lugar que se manifiesta por todo mi ser, cuando conquistas la ansiedad, para hacerse uno mismo, un bello micro cosmos en todo mi ser. Un bello micro cosmos que es el más bello y frágil cuando la histeria está a la vuelta de la esquina, y se ausenta para no perder el control. Un control excesivo que le está llevando a un descontrol mental que evoca después en más control. Un ciclo vicioso que parece no terminar.

Yo quiero escapar retrocediendo al pasado. En el lugar escondido, donde podría arreglar las raíces de este mal que se manifiestan ahora como los girasoles más altos que en vez de seguir al Sol se ponen tristes y no dejan pasar la luz a la tierra fértil que soy yo mismo. Estaré en un lugar escondido, cuando conquiste la ansiedad, y así la dejaré morir por siempre jamás.




1 comentario:

  1. Ojalá fuera tan difícil dejarse llevar y olvidar. El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas.

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